martes, 22 de enero de 2008

las hermanas

Murcia
29 de octubre 1988

Hola Manolo, español, argentino, inglés.

Aquí estoy en Murcia. Perdona que no me haya despedido de ti. Pero no me he despedido de nadie. Fue todo tan de prisa, pensarlo y marchar. Es que tenías asuntos urgentes en España.

Te escribo para darte las gracias, por la paciencia que has tenido conmigo, por todas las cosas que me enseñaste. No solo de hostelería, sino de la vida, aunque parezca cursi
Ahora como no hay clases estoy haciendo unas extras en un hotel y lo que tú me enseñaste me está ayudando mucho. Ahora no me olvido de las cosas: la sal y la pimienta, la mostaza, el tenedor a la izquierda, el cuchillo a la derecha y los de postre enfrente del plato. Y se hacer las bonitas formas con las servilletas; por que lado se sirve y se retiran los platos. Hago el café irlandés mejor que nadie, poniendo la cuchara en el baso para que no estalle, y usarla para que la nata no se vaya al fondo.

Me acuerdo de tu humor siempre alegre. A pesar de haber perdido la familia y el negocio, te reías y me contabas chiste, casi siempre demasiado verdes, pero que de la forma que los contabas no ofendían. Me acuerdo de tus historias que me dejaste leer y que las seguiré buscando en las librerías, aunque sea dentro de veinte años, por si las has publicado. Me gustaría que me enviaras una copia de aquella del ANGEL Y EL MOLINO,

Murcia 29 de octubre del 88

El otro día dejé ahí la carta. Ha pasado una semana y aquí estoy otra vez Ahora para hablarte del futuro. No tengo unos planes demasiado ciertos, pero es posible que vuelva a Inglaterra el año que viene. Lo del inglés es algo que no puedo dejar. Aquí voy a una academia para mejorar, sobre todo la gramática.
Como sabes termino este año la carrera. En junio tendré que decidir. Es posible que me anime a volver, pero de esta vuelta con las cosas más claras y por más tiempo.
Si me vieras ahora no me reconocerías. Estoy superfit. Soy otra. Siempre alegre y con ganas de hacer cosas. Y de eso, en parte, eres responsable... de mi alegría.
Estos meses en Inglaterra me han enseñado mucho, me han hecho cambiar.

Bueno, Manuel, te dejo. No se si volveremos a vernos alguna vez más. Espero que si. Tal vez algún día te encontraré en alguna librería firmando autógrafos, o en Colsey picando carne. El lugar da igual. Lo chulo sería volvernos a ver.

Un beso.

Eran tres hermanas, una se llamaba Esperanza, de la otra no me acuerdo. La mayor se llamaba Valle, pero creo que ese era el apellido de todas ellas. Estudiaban en Oxford y hacían algunas extras de camareras. En aquellas fechas yo me había separado y arruinado en un negocio mal calculado. Después manejé un restaurante, que fue don las hermanas me ayudaron. Yo le contesté a la carta, pero ésta vino de vuelta. Así que no nos volvimos a ver. Si un día alguien que lea las historias de mi blog sabe de esas hermanas, por favor denles mi correo.

Han pasado veinte años. En